sábado, diciembre 08, 2007

Fantasma de la Escalera

En mi casa hay un fantasma. Estoy segura. Se lo he dicho a mi madre en varias ocasiones aunque generalmente, me ignora. Una vez llegó (para tranquilizarme o desentenderse, no lo sé) a prender una velita, que sólo duro dos días. No fue suficiente. El fantasma vive (si es que se puede usar ese verbo) en el descanso de la escalera. Ocurre que desde hace ya varios meses después de preparar en la cocina mi imprescindible café nocturno y subir con él por las escaleras, algo me hace invariablemente tambalear o tropezarme y derramar torpemente buena parte del contenido de mi taza. Al principio creí que sólo era torpeza mía, pero la frecuencia y la especificidad del hecho me han llevado a sacar conclusiones: un fantasma cafeinómano me espera por las noches, paciente e incansable en los escalones. Ignoro el método, quizá me pone el pie o tal vez lanza un certero manotazo con el que convierte mi cena en su cena. Seguramente, se ríe de mí antes de beber de las muertas gotas que caen al piso de baldosas color durazno. Eso me molesta, tanto la burla como el hecho de que después yo debo limpiar sus sobras. Y como en mi familia siempre se ha dicho que debe haber un equilibrio entre el dar y el tomar, indignada se lo he hecho saber al fantasma, que seguro ya lo había oído antes, por que apenado empezó a aparecerse en mis sueños dándome oportunos avisos o advertencias acerca de tal o cual situación. Las primeras veces fui escéptica pero ahora he llegado a confiar en “él”. Y en agradecimiento, por las noches dejo las luces encendidas en la escalera y un café negro de “La Parroquia” para que pueda beber, si gusta, de su jarocha sombra en la pared.

Es el primer relato que he enviado al concurso "Las historias" de Alberto Chimal. Tere (Stella Nera) y Tavo (Tavo) jajajaja también van a mandar sus respectivos... ¡A ver que pasa! :D

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