Desde los últimos días de octubre tengo la sensación de que ya fuese Navidad, no sé si es por el matutino frío o la prematura venta en las tiendas de cositas navideñas. Aunque ya de por si el tiempo se ha vuelto una cosa tan flexible e inconstante, si alguien lo suficientemente influyente viene con un buen pretexto y nos dice que vivamos una hora atrasados, ahí vamos y movemos todos los relojitos entre resignación y emoción de haber tenido una hora más para dormir... digo para aprovechar la luz. Ya se me había olvidado lo que se sentía salir de casa para ir al hospital cuando la luz del sol no ha brillado aún y regresar cuando se ha ocultado de nuevo.